La última pelea de "Manoplas Benalcázar"
Resumen
El ruido atronador que hacía el público era frío, y a aquella gelidez mundana, a su vez, le escupía otro tipo de frío al cuerpo del viejo púgil. Un frío desesperante que empezaba por hacerle cosquillas en la columna vertebral y llegaba a ser un tenue dolor en las rodillas que ahora le temblaban al tiempo que el Bocón Massa se acercaba al cuadrilátero saludando a todo el mundo con el puño en alto. Por un momento, este frío le llegaba a la cabeza y le producía un mareo que sabía disimular bien aquel pequeño mestizo cuyo aspecto era una rara suerte entre rasgos caucásicos, indígenas y negros, algo que era poco normal en su pueblo natal, y que fuera de él resultaba aún más extraño. El frío que se colaba entre su ya flácido cuerpo, que otrora había estado marcado por músculos, de pronto se convirtió en un sabor amargo, la espesa saliva apenas alcanzaba a tragar mientras apoyaba la espalda al poste de su esquina